
Se trata de reformar, por cuestiones higiénicas y de adaptación a nuevas solicitaciones de la vida actual y de los usuarios en particular, la vivienda existente redistribuyendo el interior, reforzando la estructura y valorizando la fachada con el objetivo de conseguir espacios interiores y un aspecto general emotivo y confortable.
Las obras consistirán básicamente en sustituir entrevigados deteriorados sustituyéndolos por capas de compresión de hormigón armado, recrecidos, redistribución y consecuente demolición y colocación de tabiquería, colocación de nuevas instalaciones (agua, saneamiento, electricidad, etc.) y acabados interiores y exteriores (cubrición y detalles de fachada, carpinterías).